Mi sangre es color café
Un café con más de nueve años de historia
MUJER PORTADA DE CAFÉ
Acompañe la lectura con este sonido ambiente, único de la finca de doña Rosalba.
Yo soy feliz con que los demás gocen, asegura Rosalba Rincón con voz grave, matices seseados y pausas largas. Cada palabra que pronuncia es premeditada; a sus 70 años es consciente de quién es y lo expresa con una firmeza admirable cuando describe a detalle cada “fruto” que ha cosechado.
¿Se toman el tinto sin azúcar o con panela?, pregunta Rosalba mientras describe orgullosa la calidad de su café. Camina lento, como perdonando el viento, diría Piero; se mueve por toda su casa sin dejar de hablar, busca cinco pocillos y prepara el tinto como si ella misma hubiese arrancado cada grano de café con sus propias manos. Narra su vida cual cuento de hadas porque para ella lo vivido es un sueño hecho realidad.
Rosalba viene de familia panelera, panadera y ganadera; nació en Charalá y se crió en Ocamonte, Santander, y toda su infancia se rodeó de campo, aunque nunca se involucró por completo. En su adolescencia conoció a Alirio López, el amor de su vida, con quien se casaría y tiempo después tendrían cuatro hijos. Yo me formé fue por él en lo del campo; afirma Rosalba, mientras Alirio se sonroja y trata de evadir a su esposa.
Alirio es de familia cafetera, al casarse con Rosalba logró que se involucrara en todo lo que implica la producción del café y que aprendiera cada detalle del proceso. Notó su pasión y la incentivó a que compartiera lo que había aprendido con otras mujeres, esposas, madres o hijas que quisieran instruirse en el arte de cultivar café.
Y empieza contar: la Asociación de Mujeres Cafeteras de Ocamonte, Asomucao, es mi vida, mi lucha y la muestra de que como mujer soy capaz de romper cualquier paradigma. Así describe lo que para ella han sido noches en vela y tragos amargos que al final se convirtieron en un deleite personal. Entonces, cuando pregunten ¿cuál es la esencia de Asomucao?, se verá a esta mujer, dueña, fundadora y cabeza de la asociación productora cafetera femenina más grande de todo Santander y que a la fecha agrupa a 87 mujeres.
Doña Rosalba es como una mamá para mí, no me alcanzará la vida para pagarle, cuenta sin titubear Gloria López, actual presidenta de Asomucao. Liderazgo y esfuerzo son los términos que Gloria utiliza para definir lo que Rosalba representa dentro de la asociación. En Ocamonte, en su nativa Charalá, y en Santander en general, Rosalba se ha convertido en un ícono de empoderamiento femenino ante los ojos de cualquiera.
Mi mamá es el ejemplo de lo que yo quiero ser como mujer, dice Claudia López cada vez que le preguntan quién es Rosalba para ella. La describe como brochazos de poder, berraquera, disciplina y éxito, en un mismo lienzo. Como madre, Rosalba fue su mejor amiga y el escudo a prueba de balas que siempre la protegió. A pesar de que el café se convirtió en el sustento económico de su hogar y demandaba tiempo extra, Rosalba nunca se tomó un descanso de su rol de mamá.
Tres personas describen a Rosalba de forma similar, pero ella sabe que es mucho más de lo que la gente ve. Se sienta en su banquito y toma el tinto de a tragos pequeños para que le alcance toda la tertulia; habla de Asomucao, de su familia, de sus cafetales, de su pueblito, y durante el último cuncho de café confiesa: yo quería que las mujeres de acá fueran independientes, que salieran de la sombra de sus maridos y pudieran mantener sus casas por su propia cuenta, esa fue mi verdadera motivación. La mujer de 70 años, hija del campo, hablando de independencia económica es la revolución femenina materializada.
Rosalba es la única mujer en el Comité de Cafeteros de Santander, no porque no se hayan postulado más, sino porque ella es quien cumple con el perfil, afirma Francisco Peñaloza, miembro del Comité y amigo cercano. La describe como aguerrida, terca, necia, decidida y fiel creyente de sus ideas; han compartido un mismo lugar en la mesa y asegura que el papel que cumple, se destaca por su fuerte influencia en todo el gremio. En el Comité, Rosalba lucha a diario por el lugar de la mujer en el gremio cafetero santandereano y nacional.
Es de envidiar —confiesa Edith Parra, caficultora del Valle de San José —, y de enaltecer el trabajo que realiza Rosalba en el Comité de Cafeteros de Santander. La lideresa mayor, como Edith la llama, se ha convertido en foco de admiración por su tenacidad, por su don humano y por su representación de la mujer cafetera en el departamento. Las caficultoras de todo Santander aspiran en algún punto asumir el rol que Rosalba está asumiendo; ella ha dejado la vara muy alta para todas nosotras y esperamos alcanzarla, resalta.
Rosalba termina su tinto. Se levanta, recoge los pocillos de todos y en silencio pasa a la cocina, refleja tranquilidad con una sonrisa discreta y una mirada apacible; ella sabe que todo lo contado es una pequeña parte de lo que ha hecho por sus mujeres. Lava los trastes y coge su canasta, sale por la reja de la esquina y camina hacia el corral de los pollos; con su andar lento y su cesta tejida recolecta huevos frescos para el desayuno. Aunque el paso de los años se refleje en su cuerpo, su pensar es abierto a un mundo de opiniones y acciones contrastadas.
Alirio se pone las botas de trabajo, se despide de su esposa con un beso y sale al cafetal a supervisar el cultivo. Rosalba entra a la cocina a preparar el desayuno mientras retoma la conversación con quienes están en su casa: Asomucao es mi proyecto de vida, aunque ya no soy la presidenta, quiero estar el resto de mis días al frente de todas las cafeteras que tengan la berraquera pa’ querer trabajar.
Rosalba, de 70 años, pisa fuerte para dejar una huella en el gremio cafetero santandereano y nacional.
Este día, con camisa blanca, pantalón azul y un par de tenis se convierten en la portada de un libro copado de sorpresas y altibajos, pero con el objetivo claro desde la página uno: hacer del café un “semillero” de empoderamiento femenino.
Semillas de café
Alirio López
"Usted no vaya a quedarse como una boba del montón".
Claudia López
"Mi mamá es el ejemplo de lo que yo quiero ser como mujer".
Edith Parra
"Es de envidiar y enaltecer el trabajo que realiza Rosalba en el Comité de Cafeteros de Santander".
Marcela López
"Doña Rosalba es como una mamá para mí, no me alcanzará la vida para pagarle".
Fueron visitadas por el profesor Yarumo, en el municipio de Ocamonte, allí la Asociación resaltó la gallardía, compromiso, perseverancia y el emprendimiento que tiene la mujer cafetera ocamontana.
La marca colombiana, Juan Valdez, buscó homenajear y resaltar ASOMUCAO, a través de una edición especial de café, cultivado y cosechado por estas mujeres berracas.
“Esta política nos dará el apoyo para trabajar, no por lástima, sino porque reconoce el papel de la mujer en la caficultura. Ya no estamos solo para cocinar ni para lavar y beneficiar el café, ahora estamos para liderar”, Rosalba Castillo.
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El primer sorbo siempre es el más exquisito
38 Estrellas es un libro de Josefina Licitra que habla del empoderamiento de varias mujeres para escapar de una cárcel. El texto pone la lupa en la resistencia y libertad femenina, elementos que representa un matiz de similitud con la realidad de ASOMUCAO. ¿Y se preguntarán por qué viene a colación?, bueno, la siguiente frase lo puede aclarar: "A pesar del injusto olvido que han sufrido cada una de estas mujeres, merecen ser recordadas como un testimonio vivo de coraje y resistencia".
Dalia Jaimes, una de las voces cafeteras, cuenta si se siente libre con la labor que realiza en la asociación
Dalia Jaimes, una de las voces cafeteras, cuenta cómo ha sido resistir ante todas las problemáticas presentadas en el transcurso de su estadía en la asociación.
Dalia Jaimes, una de las voces cafeteras, cuenta cómo ha sentido su papel como mujer en un gremio como el cafetero que ha sido liderado por hombres durante tantos años.
Dalia Jaimes
"Esto es un trabajo compartido. Por ello hay mucho compromiso de parte de todas las señoras, los esposos y sus hijos".
Gloria Marcela López
La presidente de ASOMUCAO
Una mujer con la respuesta precisa en todo momento y una sonrisa que demuestra lo orgullosa que se siente de su labor.
"El café lo llevo en mi sangre"
¿Se siente libre con la labor que realiza en la asociación?
¿Cómo ha sido resistir ante todas las problemáticas presentadas en el transcurso de su estadía en la asociación?