La Alianza BioCuenca, de la mano con la Universidad Pontificia Bolivariana, adelantaron un trabajo con cultivadores del municipio para potenciar su labor. Reconocimiento del suelo, aplicación de nanopartículas, compostaje y sistema de riego hizo parte del trabajo realizado durante más de un año.

En Charta

El 11 de mayo de 2022 Charta, a unos 40 kilómetros de Bucaramanga, despertó con la angustia por la creciente de su río. Puentes, vías y viviendas afectadas fue parte del saldo que dejó al municipio casi que incomunicado con la capital y con la preocupación entre los cultivadores de mora y productores de leche por el encarecimiento que esto representaría para sacar la producción y llevar insumos. Más allá de esto, se volvió a hacer latente la urgencia de cuidar la tierra y cultivos.

Quince días después de la emergencia, Juan Pablo Villamizar Ochoa, un hombre de estatura mediana y manos gruesas que dan cuenta de más de 30 años dedicados al campo, comenta que el trabajo que hace la Universidad Pontificia Bolivariana y la Alianza BioCuenca pueden ayudar a menguar este tipo de situaciones.

La ayuda vendría en parte del proyecto de huertas integrales que se desarrolló en cinco fincas charteras desde el 2021. Según Juan Pablo, les ha enseñado tanto que hasta traen un pasto que aporta para que la tierra no siga cediendo ante las aguas y la erosión. “Tenemos un manejo muy atrasado y desde que llegó el programa aprendimos todo lo que nos puede ayudar el pasto vetiver para evitar la erosión. Tenemos que trabajar para incrementar este proceso”, dice.

El proyecto de la Alianza BioCuenca centró sus esfuerzos en cinco predios del Rincón Florido de Santander, donde se inició un trabajo piloto para el conocimiento y cuidado del suelo, aplicación de nanopartículas en cultivos de mora, siembra de pasto vetiver, implementación de un sistema de riego por goteo y elaboración de compostaje. Todo acompañado de un proceso de capacitación en campo y a través de recursos audiovisuales y gráficos que acompaña para aplicar lo aprendido.

En una de las fincas que hacen parte del piloto, Juan Pablo cuenta que pasa por allí dos veces por semana para revisar el vivero que se construyó en el que tienen sembradas plantas de mora a las que les monitorean su crecimiento, algunas plántulas de pasto vetiver y el sistema de riego que se activa todos los días a las siete de la mañana, durante 20 minutos, para regar la fruta. Su misión es monitorear que todo esté funcionando bien, una tarea que alterna con su hermano Martín Alirio, a la que, además, le han sumado la de ser replicadores de un proyecto que les ha venido facilitando la tarea de cultivar.

El proceso de las huertas integrales partiĂł de la construcciĂłn de los viveros y la identificaciĂłn de las fincas para trabajar.

La mora

Según el Ministerio de Agricultura, Santander ocupa el segundo lugar de mayores áreas sembradas de mora —después de Cundinamarca—, y en el 2020 fue el departamento que registró la mayor participación en la producción de la fruta en el país con el 25% del volumen anual. Charta aporta alrededor de 141.350 toneladas anuales, por esta razón dentro del proyecto se consideró poner el foco en este producto.

Y aunque la labor se centra en la mora y el cuidado de las plantas con nanofertilizantes que eviten afectar el suelo, lo aprendido puede extenderse a otros frutos como lulo y tomate de árbol, o granos como el fríjol o arveja.

Juan Pablo produce mora y asegura que todo le ha servido para mejorar su cultivo y que la experiencia ha sido tan positiva que otros productores y charteros preguntan cómo se puede implementar o acercar el proyecto a sus casas. “Yo les muestro los videos que han grabado desde la universidad, les cuento lo que nos enseñan en las capacitaciones y la gente se anima por tener una oportunidad como esta”, relata.

Martín Alirio habla pausado pero con pasión. Al referirse a lo aprendido en el proyecto ríe y le brillan los ojos, “con lo que nos compartieron se evita uno echar químicos. Lo otro bueno es que nos están enseñando a hacer el compostaje. De ahora en adelante ya no va a ser igual, porque aprendimos muchas cosas desde que llegaron”.

Agrega que como ellos viven de la siembra, “no queremos usar tanto químico que afecte la tierra” y por eso celebra lo que le enseñaron sobre nanopartículas, “ese líquido es una belleza”, dice sin descontar las ventajas que recibirá la tierra por el compostaje que empezará a realizar. Lo que ve, también, como una oportunidad de negocio con quienes no hagan compost.

El proceso de las huertas integrales se desarrollĂł de la mano con la comunidad.

El pueblo florido

Juan Abelardo Villamizar Mujica mira con curiosidad el sistema de riego instalado en su finca. Es zootecnista y está familiarizado con el cultivo de maíz y lo descresta ver cómo el dispositivo se encarga de gotear el agua a la hora programada.

“En el campo se acostumbra a hacer lo que se hace siempre, y este conocimiento que nos comparten generalmente nosotros no lo buscamos. El hecho de que nos traigan este conocimiento nos cambia la visión de lo que es una finca”, dice.

Charta recibe el apelativo de Rincón Florido de Santander justamente por la riqueza hídrica y su clima, lo que facilita que las plantas florezcan con facilidad. Y aunque se cuenta con buenas fuentes de agua, el verano se convierte en el “cuello de botella” de algunos cultivos.

“Nosotros tenemos mucha agua pero no la sabemos manejar, aprenderlo nos permitiría sacar productos en temporadas en las que muchas personas no lo pueden hacer. Por eso todo este paquete es interesante, el paquete completo”, destaca Juan Abelardo.

Para él, el sistema de riego facilitará el trabajo de los cultivadores, además de que dinamizará los productos. Puede leerse algo así como potenciar la tierra que florece durante todo el año. Justamente, Juan Abelardo se visualiza cultivando lulo y aprovechando el sistema de riego a una escala mayor. Esto sumado a la riqueza que le puede brindar el compostaje.

Charteros comparten algunas apreciaciones sobre el aprendizaje que adquirieron a partir del proyecto de huertas integrales de Alianza BioCuenca y UPB.

Para descargar las infografĂ­as sobre las propiedades biolĂłgicas del suelo acceder al link en la esquina superior derecha.

Para descargar las infografĂ­as sobre las propiedades biolĂłgicas del suelo acceder al link en la esquina superior derecha.

Para descargar las infografĂ­as sobre el pasto vetiver acceder al link en la esquina superior derecha.

Para descargar las infografĂ­as sobre el pasto vetiver acceder al link en la esquina superior derecha.

Para descargar las infografĂ­as sobre el sistema de riego acceder al link en la esquina superior derecha.

Para descargar las infografĂ­as sobre el sistema de riego acceder al link en la esquina superior derecha.

Relevo generacional

Adriana Ochoa Villamizar, en la vereda El Roble, termina de cargar bambú, vetiver y dos contendedores azules donde se almacenará el agua del sistema de riego. Ella fue la última en sumarse al piloto, pero manifiesta su deseo de que todo arranque pronto.

Su hija, la menor, y el del medio le ayudaron a llevar los elementos con los que se construyó el vivero que le servirá como punto de partida para el cultivo de mora que empezará. “Toda la vida he estado en el campo, antes en las labores de agricultura en general, pero ahora más con labores de cultivo. He cultivado arveja, papa, frijol, zanahoria”, relata emocionada porque esta será la forma con la que podrán continuar con el legado de campo.

Cuenta que sus tres hijos están encantados con el campo y quieren seguir con estas tareas. Por ello, el proyecto de BioCuenca lo siente como una manera de aportar para el relevo generacional en lo que a labores agrícolas se refiere.

“La niña está encantada porque quiere sembrar fresas y esta es la oportunidad para hacerlo”, destaca.

En el municipio se busca conservar su vocación campesina: desde el colegio los niños y jóvenes están familiarizados con las labores en el campo. Articulado a esto, con el trabajo de huertas integrales, se dio un paso valioso para que la población comparta lo aprendido, esto hace parte de la transferencia de conocimiento que se busca conservar entre la misma población.

Juan Pablo dice que “esto es algo que toca con paciencia”, pero están abiertos a seguir recibiendo el conocimiento y la tecnología que se les acerque para cuidar su campo y seguir siendo un rincón florecido del departamento.

Alexander Reátiga comparte los beneficios y la importancia que tiene el pasto vetiver para los cultivadores.

La investigadora Sandra Natalia Correa comparte cuál es la importancia de la nanotecnología en la agricultura.