CĂclicas, naturales y dignas
¡Chsss! ¿nos pueden escuchar?
Hablar en voz alta sobre la menstruación ha sido por muchos años una situación incómoda e incluso imposible. Romper los imaginarios que rondan culturalmente este tema de salud pública y de derechos humanos ha sido un trabajo arduo de visibilización y resignificación de conceptos. Según la Encuesta Pulso Social realizada por el DANE en el 2022, el 33,6% de la población en Colombia menstrúa. Entonces, ¿por qué el periodo menstrual sigue siendo un tema tabú? ¿Por qué seguir ignorándolo? ¿Por qué no educar y sensibilizar?
De voz a voz
Comprender el ciclo menstrual ha sido complejo debido a que no se habla sobre Ă©l al ser considerado un tema tabĂş y que Ăşnicamente involucra a las mujeres. Sin embargo, en un mundo tan diverso y lleno de identidades diferentes, hay que desligar la menstruaciĂłn de las ideologĂas de gĂ©nero. AsĂ, se entenderá que, como no todas las mujeres menstrĂşan, no todas las personas que menstrĂşan se identifican como mujeres.
Cada persona vive su proceso biolĂłgico menstrual de forma diferente: la duraciĂłn, la cantidad de sangrado, los cambios de ánimo, los cĂłlicos, náuseas, dolores de cabeza, cansancio, antojos. Además de ese ciclo que vive cada cuerpo de manera individual, se unen las crĂticas sociales que el entorno demanda: el seguir con las labores diarias, las opiniones que juzgan, normalizan y minimizan los sĂntomas, el ocultar lo que se está viviendo y los sentimientos encontrados entre la improductividad y el descanso.
El centrarse solo en la etapa del sangrado ha generado desconocimiento en las personas menstruantes y en la poblaciĂłn en general. Entender las dinámicas y los cambios hormonales, fĂsicos y psicolĂłgicos que se atraviesan por cada una de las cuatro etapas del ciclo podrĂa cambiar el estigma que hay frente a los comportamientos de las personas Ăştero-portantes.
Aunque se han ido rompiendo los estigmas sobre la menstruaciĂłn, los mitos y los aprendizajes generacionales juegan un papel importante a la hora de enseñar, opinar y decidir. Las perspectivas cambian de acuerdo a temas culturales, religiosos, ubicaciĂłn geográfica, educaciĂłn, factores econĂłmicos, entre otros. Por esto, para un porcentaje de la poblaciĂłn es más fácil vivir, hablar y acceder al conocimiento y a mĂ©todos de gestiĂłn y cuidado. Pero, quienes no pueden ni mencionar el tema siguen siendo una cifra significativa que aumenta cada vez más la brecha de gĂ©nero, pedagogĂa y acceso a salud menstrual.
ABC de la menstruaciĂłn
El mezclar la menstruaciĂłn con aspectos religiosos y culturales no ha permitido una educaciĂłn abierta y consciente sobre este tema biolĂłgico. El silenciarlo por sentimientos de pena y repudio al considerar el sangrado algo “sucio” ha causado desconocimiento en la poblaciĂłn. La FederaciĂłn Internacional de GinecologĂa y Obstetricia estima que 500 millones de personas Ăştero-portantes en el mundo carecen de conocimientos para garantizar su salud y bienestar durante la menstruaciĂłn.
El autoconocimiento corporal es fundamental al iniciar la menstruación porque no solo da las pautas para el entendimiento del ciclo menstrual, sus fases y duración, sino también rompe con los estigmas instaurados. Considerar algunas señales anormales como los desmayos, vómitos o dolores abdominales severos por causa del periodo menstrual como situaciones “normales”, puede ser el resultado de la información brindada desde el hogar, lo que afecta la visión que se tenga, positiva o no, sobre la menstruación.
Además, el uso de mĂ©todos antihigiĂ©nicos por la falta de acceso econĂłmico o el no contar con instalaciones en estados adecuados de salubridad, violan derechos humanos fundamentales como la salud integral y la dignidad de las personas menstruantes, pues esto conlleva a tener repercusiones negativas en su bienestar fĂsico y mental. Un claro ejemplo de esta problemática la viven las personas en condiciones de pobreza extrema, de habitabilidad en calle e incluso, personas privadas de la libertad.
La perspectiva mĂ©dica juega un papel importante en el ejercicio de la educaciĂłn sobre el proceso de los cuerpos menstruantes. La ginecĂłloga y obstetra, Lizeth GarzĂłn, habla acerca de este tema para comprenderlo y vivirlo de una manera más armoniosa, tanto para los Ăştero-portantes como para el entorno social en el que se desenvuelven dĂa a dĂa.
Dolores y odios
Diana y MĂłnica son dos mujeres que alzan la voz en pro de visibilizar el proceso doloroso que viven o vivieron mensualmente con la llegada del sangrado vaginal que da inicio al ciclo menstrual. AsĂ como ellas narran sus complicaciones y situaciones incĂłmodas o desagradables con el periodo, de las 17,3 millones de mujeres en edad menstrual en el paĂs, el 8% de ellas han tenido que interrumpir sus actividades diarias laborales, escolares y de hogar a causa de la menstruaciĂłn, dentro de las cuales el 2% se encuentran ubicadas en Bucaramanga y su área metropolitana (DANE).
Cada voz representa una mirada diferente. Aunque sus edades varĂan y las respuestas tambiĂ©n, coinciden en algo: la menstruaciĂłn es un desarrollo biolĂłgico normal, del que hace falta conversar y tomar acciones concretas que permitan la dignificaciĂłn menstrual, la reivindicaciĂłn de derechos e igualdad de gĂ©nero en la ciudad y el paĂs. De esta manera, personas Ăştero-portantes como ellas, que viven una menstruaciĂłn dolorosa, tendrán un proceso más llevadero, sin culpas ni penas por algo natural.
AcciĂłn y bienestar
Según cifras del DANE, la poca accesibilidad económica en el área metropolitana de Bucaramanga, entre mayo del 2021 y mayo del 2022, influyó para que el 12% de la comunidad menstruante no pudiera adquirir los elementos necesarios de salud menstrual. La situación llevó a replantear y proponer estrategias concretas en la ciudad para tomar acción sobre las implicaciones de esta problemática de salud pública y de derechos humanos.
AsĂ nacen iniciativas desde la AlcaldĂa de Bucaramanga y la FundaciĂłn Mujer y Futuro (organizaciĂłn feminista no gubernamental) que le apuestan a la dignificaciĂłn de la menstruaciĂłn en Bucaramanga y sus alrededores con colectivos de mujeres en condiciones de vulnerabilidad econĂłmica, social y cultural. Su propĂłsito más que asistencial, se centra en la promociĂłn pedagĂłgica del ciclo menstrual, el uso adecuado de insumos de cuidado sostenibles y sustentables con el medio ambiente, teniendo en cuenta las caracterĂsticas, actividades diarias y entornos a los que cada una de las mujeres se enfrenta.
De esta manera, se busca que demás organizaciones y ciudades repliquen estas prácticas con el fin de vincular los derechos menstruales, sexuales y de gĂ©nero en las agendas pĂşblicas y polĂticas. Sin embargo, se debe garantizar que las propuestas, las acciones y la realidad concuerden para generar un mayor beneficio en la sociedad.
La intención deberá pasar a la acción y los resultados serán los jueces de las estrategias. Si bien, aún falta camino por recorrer, cada persona menstruante deberá vivir su ciclo de forma consciente, digna, libre y segura, sin temor a la discriminación, el rechazo o la burla por un proceso biológico y natural que se ha atado al silencio y a la señalización. Todo por un término que históricamente se ha catalogado para hablar en medio de cuchicheos y esconderlo a toda costa. Pero, ¿por qué esconderlo si es tan poderoso y nos trajo hasta acá?