El Alzhéimer: saber qué es, para saber qué necesitamos

 Hay muchas situaciones por las que pasa una persona que pueden cambiarle la vida para siempre. La pérdida de un ser querido, un cambio inesperado de ciudad, el nacimiento de sus hijos o simplemente el paso del tiempo; y aunque no es necesariamente una regla, con el paso de los años, las personas también se enfrentan al deterioro de su salud física y mental.

Hay enfermedades que son más fáciles de percibir e incluso de tratar porque los desarrollos científicos han alcanzado tal punto de madurez, que, por ejemplo, si una persona tiene problemas en su corazón y se detectan a tiempo sus síntomas, es posible la realización de alguna cirugía para corregirlos. La cuestión es que esto no pasa con todas las enfermedades.

Hay una en particular que según la Organización Mundial de la Salud, hoy en día afecta a más de 47 millones de personas y así, como su nombre en ocasiones resulta complejo de pronunciar, diagnosticar esta enfermedad a tiempo no es mucho más fácil. Las mismas estadísticas de la OMS (2020) señalan que cada 3,2 segundos un nuevo caso de demencia por Alzhéimer ocurre en algún lugar del mundo.

Esta enfermedad que en esencia se caracteriza por la pérdida gradual de la memoria, y por lo cual, las personas que la padecen empiezan a olvidar con mayor frecuencia números telefónicos, direcciones o nombres de familiares, la mayoría de las veces no se identifica a tiempo.

Según el Phd. Edward Leonel Prada, docente de la facultad de Psicología e investigador del Grupo de Investigación de Neurociencias y Comportamiento de la Universidad Pontificia Bolivariana - Seccional Bucaramanga, quien lideró el proyecto menciona que estos diagnósticos se dan tan tarde que “las personas ya no pueden entrar a procesos de rehabilitación neuroconductual o de estimulación cognitiva”.

Aunque el Alzhéimer es una enfermedad que no tiene cura dado que afecta de forma irreversible el cerebro causando trastornos en la memoria, la cognición, la personalidad, el control de las emociones y otras funciones; si se tuvieran mecanismos mediante los cuales se garantizara su identificación de forma temprana, se podrían generar tratamientos acordes para cada paciente. Esto cobra sentido en el momento cuando se humaniza la enfermedad y se reconoce como bien lo plantea el Dr. Prada.

“No se trata solo del deterioro de la memoria, sino que es el deterioro de la vida misma”.

Desde esta perspectiva, lo que está en juego es la vida digna de los pacientes y por ende, la necesidad de habilitar oportunidades para que aún padeciendo la enfermedad, cada persona tenga las herramientas que le permitan reinsertarse en la vida cotidiana, de acuerdo con la etapa de la enfermedad en la que estén. Sin importar el escenario, la clave para que lo anterior se convierta en una realidad, comienza por un correcto diagnóstico temprano del Alzhéimer.

En el diagnóstico de la enfermedad, el personal de salud no la tiene fácil

En la actualidad, el protocolo habitual que se usa para diagnosticar el Alzheimer inicia cuando familiares o cuidadores notan la reiteración de comportamientos anormales en las personas que tienen a cargo. Se consulta al médico general quien hace una evaluación de riesgo, luego se realizan pruebas de tamización y de manera posterior, se remite a un especialista que puede ser un neurólogo, psiquíatra o geriatra

Durante el diagnóstico el personal de salud, especialmente neurólogos y geriatras realizan evaluaciones clínicas para verificar el deterioro de la memoria, revisar las habilidades de razonamiento, identificar cambios en la conducta o determinar el estado de las capacidades funcionales en los posibles pacientes. Esto se hace mediante la aplicación de pruebas y la realización de exámenes físicos y neurológicos, sin embargo, la aplicación de estos procedimientos sigue siendo uno de los retos, pues el acceso es limitado.

Tener problemas de memoria no significa tener Alzhéimer, por eso, se realizan exámenes de laboratorio para descartar enfermedades que provocan síntomas similares, como los trastornos de la tiroides o la insuficiencia de vitamina B12.
Mayo Clinic.

En el caso colombiano, a partir de los datos encontrados por los jóvenes investigadores Mg. Aracely López Rueda y C.s. Juan Diego Flórez de la Universidad Pontificia Bolivariana que hacen parte del proyecto, después de abordar a especialistas dedicados al diagnóstico de la enfermedad en ciudades como Bogotá, Floridablanca, Bucaramanga y Neiva, encontraron que además de lo mencionado en el párrafo anterior, los profesionales en salud se enfrentan a 5 retos más.

Esta serie de dificultades hace que el diagnóstico temprano de la enfermedad se parezca más a un sueño que a una realidad. De hecho, en Colombia no existe una estadística actualizada desde la cual se dimensione el problema que este tipo de demencia representa. Los últimos datos de los que se tiene registro fueron publicados en el 2017 por el Ministerio de Salud y allí se afirmaba que la tasa más alta de la enfermedad se daba en el estrato socioeconómico 1, cuyo porcentaje de aparición era del 12,8%, y en las personas con menor nivel educativo que equivalía en ese momento al 25,2%.  

El Alzheimer puede ser de inicio temprano, antes de los 65 años, o tardío, después de los 65 años, esta última es la forma más frecuente.

En condiciones como estas y donde la mayoría de los profesionales en salud que cuentan con la especialidad, y los equipos necesarios para el diagnóstico permanecen en las grandes ciudades, la necesidad de crear mecanismos que faciliten el acceso público e integral para todas las personas se convierte en un elemento fundamental para frenar el avance de esta demencia.

Datos de la tasa más alta de la enfermedad en Colombia.

Datos de la tasa más alta de la enfermedad en Colombia.