Sandra Rondón
Reconstruyendo lo que se perdió
Reconstruyendo la muerte de Sandra
A los tres días, luego del atentado del 22 de abril (1987) a los líderes de la Unión Patriótica, César Martínez y Miguel Castañeda, y del líder campesino Alirio Traslaviña en el barrio La Campana, muy cerca de la zona conocida como el comercio en Barrancabermeja, llega del Juzgado Nº11 una notificación a la casa de los Rondón Pinto; citando a una familiar para escuchar la versión de los hechos del atentado. Según los indicios de los investigadores judiciales, esta persona era testigo fundamental del hecho.
La persona que es citada para dar la versión era una adolescente. La familia, en cabeza de don Graciliano Rondón, decide que ella se presente; sabían que no había más detalles por contar del atentado. Pero también suponían que lo mejor era guardar silencio, la única preocupación de la familia era el estado de salud de Luis Fernando, hermano de Sandra herido en el atentado a los líderes de la UP.
El Juzgado Nº11 estaba ubicado cerca del Parque Infantil, la cita fue a las 10:00 mañana. La familiar se presentó sin abogado, solo iba acompañada por un adulto mayor. Ya en el juzgado, la adolescente (solo los menores de 14 años necesitan presencia de un tutor o adulto mayor en estos procedimientos) entró sola a la indagatoria; no permitieron la entrada del adulto.
Unos hombres la esperaban con una cámara de video, unas hojas en blanco, y una maquina de escribir, donde se escribió cada detalle solicitado.
El cuestionario inicia … "narre los hechos que vio".
La reunión termina con una pregunta:
¿Si a usted le mostramos unas fotos, es capaz de identificar a las personas?"
La familiar de Sandra Rondón responde: "¡no!, porque no vi a nadie, solo vi gente de espalda".
En la sala de indagatoria había una cartelera con la descripción del atentado, en una foto estaba ella. Según el recuerdo de la familiar, era muy similar a las escenas de películas policiales donde se relacionan a los delincuentes.
Los Rondón para el domingo 3 de mayo ya tenían planeado asistir a la misa de 6:00 de la tarde en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, una misa en acción de gracias para pedir por la pronta recuperación de Luis Fernando; recibió esquirlas que le perforaron el cuerpo, tenía comprometido parte del intestino. Después de las cirugías realizadas se evidenciaba una mejoría.
La tarde del domingo fue de preparativos para la misa, Fanny Rondón, la hermana mayor, se encontraba en la clínica atendiendo a Fernando. Sandra y otros dos familiares tenían la tarea de dejar ordenada la casa y lista la cena para el regreso de la eucaristía, a su vez, la cena de don Graciliano. Todos los domingos él tenía una larga jornada de trabajo vendiendo algunos productos traídos de la finca, ubicada en zona rural de Barrancabermeja. Luego de las labores de la casa, Sandra y sus dos familiares se alistaron para la cita de ese día; estaban estrenando ropa, pero para ir a misa hicieron intercambio de vestidos, que eran de diferentes colores, tipo sudadera.
Antes de ir, tuvieron tiempo para hablar unos minutos al frente de la casa y recibir la brisa fresca de una calurosa Barrancabermeja. Sandra toma la decisión de ir a la iglesia, no se podía llegar tarde, además no querían recibir un regaño de doña Carmen Rosa, madre de Sandra.
- “si llegamos tarde mi mamá nos mete un coscorrón y nos hace pasar vergüenza”.
Las tres niñas, debían recorrer desde su casa ubicada en la calle 48 con carrera cuarta a la calle 50 con carrera quinta, aproximadamente tres largas cuadras por toda la carrera quinta, hasta llegar a la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, ubicada al frente del Palacio Municipal (la alcaldía).
Sandra y sus dos familiares se dirigen a la iglesia, cogidas de los brazos, Sandra va en la mitad de las dos niñas, casi similares de estatura. En la esquina del barrio había un bar, el Bar Central (en la zona siempre hubo bares, hoy el bar se llama Las Gatas). Como siempre, “la música a reventar” y con mucha gente. Doblan la esquina, siguen su recorrido por la carrera quinta. Luego del bar de la esquina sigue las residencias Mónica, una casa de tres pisos. Al pasar el granero La Bandera, dos casas después de las residencias, justo ahí se escucha el primer disparo. Una de ellas grita, ¡corran, corran!, sienten que Sandra se suelta de las manos. Ellas creen que un tiroteo se formó en el barrio, una de ellas corre hacia la residencia, la otra, llega a un poste de luz para esconderse, un señor le grita: “¡escóndase! ¡la van a matar!”. Ella mira hacia atrás y logra ver todo lo que esta sucediendo: el cuerpo de Sandra esta en el piso, un tipo se acerca, la mira y dispara nuevamente. Recuerda como la mano del asesino brinca en cada disparo, el fuego y humo que salen del arma.
“¡escóndase! ¡la van a matar!”
Los disparos fueron en la cabeza y espalda, en cada descarga ella ve como Sandra se sigue moviendo. La gente corría y gritaba, el bar quedó desocupado. Ella escuchaba que gritaban “corra que la van a matar, ¡corra!", pero ella siguió ahí desde el poste. Luego de los siete disparos, el hombre baja el arma y se va caminando normal, con rumbo al caño La Cira, como si nada hubiera pasado, otro hombre va caminando al lado de él; recuerda la familiar.
“corra que la van a matar, ¡corra!"
Ella corre hacía donde esta el cuerpo de Sandra, todo era sangre. No sabía que hacer, sigue corriendo hacia la casa, al doblar la esquina está don Graciliano en la puerta de la casa mirando qué era lo que estaba sucediendo. Don Graciliano grita "¡qué pasó!", y se escucha el grito de ella: “¡mataron a Sandra mataron a Sandra!” La otra familiar la encuentran escondida en el segundo piso de las residencias Mónica.
“¡mataron a Sandra mataron a Sandra!”
Solo recuerda como Don Graciliano levanta a Sandra en sus brazos. Esa misma noche, se esconden en la casa para luego sacarlas en la madrugada de Barrancabermeja.
Reconstruyendo la familia
Don Graciliano Rondón, padre de Sandra. Se considera un campesino, su vida es el campo.
Fanny Rondón, hermana mayor de Sandra
Luis Fernando Rondón, hermano de Sandra. Fue uno de los afectados en el atentado del 22 de abril.
Reconstruyendo el contexto
La tranquilidad de los habitantes de la calle 48 con carrera 4 del barrio La Campana en Barrancabermeja fue interrumpida la tarde del 22 de abril de 1987 por una fuerte explosión; dos granadas fueron lanzadas a una tienda donde se encontraban reunidos líderes de la Unión Patriótica, líderes sindicales y campesinos.
Luis Fernando Rondón recuerda, 33 años después, que él era un niño de 11 años, estaba jugando con su hermano Albeiro y otros niños
“al sentir la explosión yo salí corriendo hacia mi casa, pero ya mi casa la habían cerrado”
Su primera reacción fue ingresar a la casa de la familia Traslaviña donde se encontraban sus amigos de juegos, pero se encuentra con una gritería, algunos miembros de la familia son los principales afectados; el atentado estaba dirigido a César Martínez Blanco, concejal de la UP de Barrancabermeja; Miguel Castañeda, dirigente de la UP; Alirio Traslaviña, presidente de la Coordinadora Campesina del Magdalena Medio y su esposa Alba María Fuentes.
Fernando sufrió tres perforaciones: abdomen, rodilla y en la espalda. Los organismos de emergencia de la época no lo atendieron de inmediato en el lugar, él supone que fue debido a que las marcas de sangre estaban en la espalda. Dentro de sus recuerdos esta la imagen del líder Cesar Martínez arrastrándose por el lugar, sus piernas fueron mutiladas por la explosión.
Durante la extensa hospitalización de Fernando su hermana Sandra fue asesinada, estaba señalada como un testigo del atentado. Sin conocer este hecho, desde las ventanas de la Clínica de Ecopetrol, observó el funeral de su hermana; una manifestación que paralizó a Barrancabermeja. Luego de las intervenciones quirúrgicas en la zona estomacal y de intestinos, la recuperación fue larga y sin ningún apoyo económico y social; los tratamientos, medicinas, exámenes fueron por cuenta de la familia.
Las secuelas físicas aún están presentes (tiene restricciones en el tema de la alimentación) causando limitaciones para acceder a opciones laborales y a una actividad física normal.
Luego del asesinato, los Rondón recibieron amenazas, algunos tuvieron que salir de Barrancabermeja situación que desintegró a la familia, afirma Fernando.
“…nos tocó a nosotros empezar a aprender a vivir y empezar a gestar nuestro propio camino”.
Doña Carmen Rosa, madre de los Rondón tuvo la carga de educar a los siete hijos restantes y con el dolor del asesinato de Sandra la vida en casa era difícil; Gracialiano su padre, se dedicó de tiempo completo al trabajo en la finca como una forma de duelo, agrega Luis Fernando.
A pesar de ser un asesinato de una niña, de generar manifestaciones de rechazo de la comunidad en Barrancabermeja, de involucrar a líderes políticos como víctimas del atentado, la familia no tuvo asesoría ni acompañamiento de las autoridades para buscar responsables del asesinato. Siempre encontraron una respuesta negativa: el caso no existe, no sé conoce nada del tema, ya no se puede hacer nada; fueron las respuestas.
La familia también se vio afectada en la búsqueda de responsables, por el carácter político del hecho. Sandra y los Rondón no tenían ninguna afinidad con la Unión Patriótica.
Hasta la fecha, la familia Rondón no ha sido reconocida como víctima del conflicto armado, solo hasta mayo de 2019 los miembros de la familia pudieron hacer su denuncia ante las Fiscalía sobre el hecho vivido para posteriormente ser incluido en el Registro Único de Víctimas.
Reconstruyendo la memoria
El asesinato de Sandra Rondón Pinto, impactó profundamente a su familia y de manera particularizada a cada uno de sus miembros. Los miedos individuales, la sensación de vulnerabilidad permanente, la tristeza, la impotencia y la percepción confusa de proyecto de vida, fueron los aspectos que acompañaron a cada uno de los integrantes de la familia.
El proyecto de investigación “Reconstruir lo que se perdió” se enmarca en la línea de Reconstrucción de memoria (Derechos Humanos) que ha venido desarrollando la Universidad Pontificia Bolivariana seccional Bucaramanga desde hace varios años, y de las cuales se resaltan los trabajos de “Lucho Arango el defensor de la pesca artesanal”, y la reconstrucción de “Memoria de las víctimas del municipio de Girón”.
El objetivo que guio el proyecto en cada una de sus fases se centró en dos aspectos:
a) La reconstrucción de memoria histórica de un caso de víctima del conflicto armado en Santander, a través de un proceso riguroso de investigación, resignificación y construcción de la narrativa vivida por las víctimas
b) La construcción de un relato novedoso y accesible a las nuevas generaciones, que se soporte en una plataforma digital adaptada a los nuevos tiempos de la historia.
El desarrollo de la investigación implicó un trabajo de revisión documental de la cual se cuenta con la elaboración de una base de datos de las noticias que circularon en Vanguardia Liberal en el periodo abril 1987 a mayo 1988, a su vez, un contexto sobre la situación del Magdalena Medio y de Barrancabermeja para el periodo. El trabajo de campo requirió varias visitas a la ciudad de Barrancabermeja para encuentro con la familia y fuentes testimoniales. Se realizaron más de treces entrevistas semiestructuradas, dos talleres de memoria histórica; con la familia y con líderes sociales en Barrancabermeja. Gestiones con los distintos entes de investigación como la Fiscalía General de la Nación en las sedes de Bucaramanga y Barrancabermeja, y otras entidades, en la intención de encontrar la datos para construir el contexto de la época y la verdad judicial del caso. Requirieron un doble esfuerzo del equipo de trabajo, dado el desconocimiento que se tenía sobre el expediente del mismo.
Proyecto de investigación “Reconstruir Lo Que Se Perdió” se llevó a cabo por un grupo interdisciplinario conformado por docentes investigadores de la Universidad Pontificia Bolivariana en convenio con el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio.