Pescando historias
Memorias de un llanitero
El origen de la estrategia educomunicativa
Pescando Historias. Memorias de un Llanitero, es una ventana hacía lo local, hacía los territorios que no figuran en los grandes medios de información, como lo es el corregimiento El Llanito de Barrancabermeja, y en cuyas tierras los saberes ancestrales luchan por mantenerse vivos, por proteger el medio ambiente y por preservar la cultura de un pueblo que se hizo alrededor de la pesca artesanal y una ciénaga.
Los relatos de El Llanito se conectan con el conflicto armado, con el asesinato que desmovilizados de Los Rastrojos hicieron de Lucho Árango, un líder social y ambiental. Pero, a pesar de ese trágico suceso la comunidad llanitera hoy en día, mantiene viva la necesidad de no dejar morir su legado de amor por la vida, por el medio ambiente y por la pesca artesanal, sobre todo en las nuevas generaciones.
A un territorio lo hace su memoria, esa que se trasmite de generación en generación a pesar de lo dolorosa que resulte ser, porque es de esta manera que se impacta en la apropiación de una identidad territorial y del orgullo que siente por su cultura. El proyecto surgió en el marco de la convocatoria de Jóvenes Investigadores e Innovadores del Ministerio de Ciencia y Tecnología y la Universidad Pontifica Bolivariana seccional Bucaramanga en el 2019, y para darle vida, se trabajó de la mano de la Institución Educativa San Marcos, institución de educación pública de El Llanito.
Según los datos entregados por el Centro Nacional de Memoria Histórica a 2018, desde 1958 hasta ese entonces a causa del conflicto, hubo 261.619 víctimas fatales, se cometieron 177.719 asesinatos selectivos y se realizaron 238 atentados terroristas. Si bien estos datos dan cuenta de las drásticas dimensiones que el conflicto armado ha tenido en el país, no se pueden desconocer sus implicaciones en lo cualitativo, es decir, en las historias de vida de las víctimas y en las comunidades que han visto como su tejido social sigue sin repararse.
El diagnóstico
La conversación fue la clave de todo el proceso. En la primera etapa se trabajó con adolescentes y jóvenes entre 10 y 17 años de la Institución Educativa San Marcos. Técnicas de juego, cartografía y creación de contenidos artísticos como el dibujo y la narración de historias ayudaron a la recolección y análisis de la información con el fin de identificar los imaginarios colectivos sobre la pesca artesanal, el territorio, la ciénaga El Llanito-Medio ambiente y Lucho Arango.
Los estudiantes identificaron que las principales amenazas para la ciénaga son la contaminación ocasionada por derrames de petróleo, la pesca con trasmallo, las basuras y la presencia de animales peligrosos, pero la que más se repitió fue la producida por los residuos sólidos. También reconocen que este recurso hídrico es una parte fundamental para su comunidad pues “la ciénaga es importante porque nos da la comida, el agua, casi todo”.
"nosotros mismos somos los que dañamos la ciénaga porque algunos hacen trasmallo, botamos basuras y contaminamos"
Los imaginarios que tienen sobre la pesca artesanal son muy diversos y cambian en relación con la edad. La mayoría de los adolescentes consideran que este es un trabajo duro e implica arduas horas de faena y en algunas ocasiones les obliga a salir de casa por varios días. Así mismo, realizar esta labor es cada vez más difícil. En la actualidad la cantidad de peces es escasa y los cambios en la ciénaga son muy notorios, tanto así, que en ocasiones los pescadores llegan a casa sin ni siquiera lo del sustento diario. Ser pescadores no es una profesión que les llame la atención, sin embargo, respetan dicho trabajo y ven altas proyecciones turísticas con el arte de pesca, lo cual mejoraría la economía de muchas familias dedicadas a ello.
Sobre Lucho Arango, el conocimiento sobre su trabajo y sobre quién fue este pescador en los adolescentes, es escaso. Las ideas que tienen de él están relacionadas con detalles inconexos sobre las historias que otras personas les han contado sobre su trabajo. Por el contrario, en las personas jóvenes, se identifica que la muerte de Lucho Arango evoca la pérdida de la esperanza frente a lucha contra las amenazas de la ciénaga, “El Llanito quedó destruido como hijo sin padre”, “se sintió un dolor en familia, amigos y comunidad”, “y ahora la ciénaga del El Llanito quedó contaminada”, "la ciénaga lloró por su protector".
Finalmente, en las conclusiones sobre el imaginario de Lucho, es a partir de los recuerdos de su trabajo y lo que hoy en día se sigue conservado como parte de su legado, que él es reconocido todavía como el actor social, líder ambiental y llanitero que se situó en el territorio un día y para siempre.
“El Llanito quedó destruido como hijo sin padre”, “se sintió un dolor en familia, amigos y comunidad”, “y ahora la ciénaga del El Llanito quedó contaminada”, "la ciénaga lloró por su protector".
Una estrategia comunicativa para volver a pescar
A partir de los imaginarios recolectados se diseñó la estrategia de educomunicación, que entre otras cosas tuvo el objetivo de sensibilizar a un grupo de adolescentes y jóvenes en relación con su territorio para propiciar relaciones de confianza y participación significativa con los diferentes actores de la comunidad.
La característica principal de esta estrategia fue la transversalización del componente educativo y partió de la idea de que el fin de la comunicación para el cambio social no está concentrado en los productos, sino en el proceso de participación y aprendizaje bidireccional que se genera, en la medida en que se va avanza para alcanzar los objetivos trazados.
Se integró un colectivo de comunicación conformado por 30 estudiantes y se realizaron cuatro encuentros, tres formativos y uno de socialización de resultados. Las personas participantes recibieron formación en la elaboración de contenidos mediante la apropiación de tres herramientas comunicativas, de esta forma, la ruta formativa implementada tuvo un especial interés por mantener en cada uno de los encuentros tres aspectos claves: primero, el aprendizaje experiencial; segundo, el uso de herramientas tecnológicas; y tercero, el ejercicio periodístico, esto para lograr una formación práctica, de apropiación y actuación activa por parte de los estudiantes.
Manos a la obra
Cada encuentro estuvo dividido en dos momentos, el primero se denominó aspectos generales de la herramienta y el segundo, experiencia de campo. Para facilitar el acercamiento de las personas a cada dispositivo, en la primera parte del taller se realizó una actividad de sensibilización cuyo propósito fue mostrar los elementos que lo conforman y cómo se relacionan estos con aspectos más comunes que encontramos en el entorno. Así, los participantes perdían el miedo por el uso del aparato tecnológico, mientras comprendían aspectos técnicos de su uso en la medida en que lo iban manipulando. De forma paralela, las herramientas eran un pretexto para un acercamiento con su entorno; despertar su interés por el corregimiento a través del uso de cámaras de vídeo, de fotografía y grabadoras de audio.
Los módulos abordados iniciaron con la fotografía cuyo propósito fue re-descubrir el territorio y ver con nuevos ojos tanto a las personas como a los elementos que conforman El Llanito; el segundo, se acercó al rescate de la tradición oral de la comunidad mediante el uso del podcast para que las experiencias y saberes ancestrales se socialicen con las nuevas generaciones; y el último módulo, recurrió al audiovisual participativo como una herramienta que moviliza a adolescentes y jóvenes a repensar su territorio, especialmente en el cuidado y protección de sus recursos naturales.
Redescubirendo nuestro territorio
En la medida en que se fue avanzando en el encuentro de fotografía, cada participante encontró diferentes objetos, paisaje y personas para recordar el valor que tiene su corregimiento.
No hubo fotografías correctas o incorrectas, hubo oportunidades para fijarnos en detalles que antes solo pasaban desapercibidos. El verdadero valor de esta experiencia con la cámara, fue llevar a las personas participantes a descubrir la magia y la belleza que tiene su territorio.
Estas son las casas que construyeron las primeras personas que llegaron al corregimiento y empezaron a vivir al rededor de la ciénaga.
"La fotografía tiene la capacidad de revelar emociones y acciones en el tiempo, que luego se convierten en la memoria visual de nuestros territorios". Arley Loaiza, moderador del encuentro sobre Fotografía. Estudiante Facultad de Comunicación - Social.
Tejer la atarralla es todo un arte de paciencia, conocimiento y destreza en las manos. Su elaboración puede ir de una semana a un mes y este es el instrumento principal con el cual los pescadores del Llanito realizan sus faenas en la ciénaga.
En total quedaron 30 imágenes que reflejan ese observar con nuevos ojos un corregimiento que es bañado por una ciénaga de 1.019 hectáreas, que tiene una alta diversidad en flora y fauna, una comunidad que se ancla a la pesca artesanal como su fuente de vida y un medio ambiente que Lucho Arango supo reconocer como la riqueza de los Llaniteros.
Es habitual que la costumbre y la cotidianidad se apoderen de los espacios y de las cosas con las cuales existe una relación diaria, con el tiempo se pierde lo novedoso, lo importante y hasta la capacidad de sorprenderse; un turista, por el contrario llega a un lugar y se maravilla con todo lo que encuentra y en las fotografías deja una especie de memoria visual de lo que un día tuvo la fortuna de observar. Bajo esta premisa, se orientaron los ejercicio formativos del primer encuentro.
Se organizaron tres grupos de 10 personas; “limonada de coco”, “los dorados” y “Llanito siempre creciendo”, cada equipo se hizo a una cámara fotográfica y con el acompañamiento de un facilitador, se recorrió el territorio en busca de esos paisajes, lugares, personas y cosas que hacen parte de la identidad territorial del Llanito, pero también de esas historias que hay detrás de lo que hoy en día han convertido al corregimiento en un referente de la pesca artesanal, el turismo y el medio ambiente en el Magdalena Medio.
Así, cada estudiante del colectivo se dio a la tarea de revisar sus propias fotografías, seleccionar la que más le gustaba porque cumplía con un propósito comunicativo, tenía historia y, además, técnicamente era adecuada, una vez estuvo lista la selección, pensaron en un nombre y le hicieron una descripción para acompañarla.
El diálogo intergeneracional y los podcasts
Una de las formas de mantener viva la memoria de un territorio es a través de la palabra, de lo que contamos y continua su curso a través del tiempo de boca en boca o en las páginas de algún documento. Por ello, en los saberes de las personas adultas hay innumerables tesoros sobre la cultura, la identidad y la memoria de los pueblos que debe conservarse.
Acudiendo a los efectos de esta concepción y con la pretensión de fomentar el diálogo de saberes entre generaciones adultas y personas jóvenes, se acudió al podcast como pretexto para provocar en los estudiantes del colectivo un interés por su territorio, pero está vez no desde la imagen, sino desde sus ancestros por medio del audio.
Tender este puente no es fácil y menos en generaciones de adolescentes y jóvenes que se enamoran cada vez más rápido de lo visual y por tanto, la palabra hablada pierde sus efectos de novedoso, sin embargo, superar este reto fue la primera prueba para justificar que las comunidades no están solas, no nacen de la nada y que como pueblo tienen en su historia luchas, ideas y creencias, y que en la medida en que éstas se rescaten, las identidades locales serán cada vez más fuertes.
Con toda esta información, adolescentes y jóvenes comprendieron que las arrugas de sus abuelos y vecinos no son solo el reflejo de sus edades, sino de sus saberes y experiencias y que en la medida en que más personas conozcan sobre esto, más difícil será olvidar la identidad del El Llanito. En total fueron cuatro podcasts cuya reportería y guion fue elaborado por los estudiantes del colectivo.
Audiovisual participativo
Cada grupo de estudiantes contó con un equipo de computo y una cámara para realizar las grabaciones. Primero elaboraron el guion, asignaron roles y salieron a campo para hacer las tomas propuestas.
Cada grupo de estudiantes contó con un equipo de computo y una cámara para realizar las grabaciones. Primero elaboraron el guion, asignaron roles y salieron a campo para hacer las tomas propuestas.
Si algo tiene el vídeo es que nos entretiene y nos recrea los sucesos. Este tipo de piezas comunicativas requiere de un gran trabajo de preparación, la improvisación casi nunca es un buen aliado, se necesita disciplina, un cumplimiento de roles, una dirección impecable y, sobre todo, una idea clara sobre qué se quiere plasmar, por qué y cómo se va a lograr.
Con equipos de producción en mano y una hoja en blanco, cada equipo se dio a la tarea de pensar en una idea que les permitiera llamar la atención de la comunidad sobre la importancia de cuidar el medio ambiente; escribir, fue la parte más difícil, había que poner en orden los pensamientos y estructurar de forma clara lo que se quería lograr. De este proceso de producción que duró dos días, resultaron tres audiovisuales colaborativos, dos acudieron a la ficción y uno al género del reportaje para su elaboración.
Este ejercicio de construcción de contenido que de por sí es más complejo, sirvió para que los estudiantes practicaran sus habilidades de liderazgo y al mismo tiempo trabajar en equipo. Más allá de las historias, de la edición y del producto final, esta herramienta fue un pretexto para que los estudiantes del colectivo elaboraran nuevos discursos sobre el medio ambiente.
Los mensajes que se elaboraron en este proceso, no se hicieron desde el deber ser, sino desde su cotidianidad, de eso que ven a diario y que les invita a reflexionar sobre el papel que tienen hoy en día para cuidar los recursos naturales de su territorio, un corregimiento al que lo hace especial la riqueza de sus ecosistemas.
Un chapuzón para refrescar la memoria
El Grupo Regional de Memoria Histórica de la Universidad Pontificia Bolivariana en el año 2014 reconstruyó un caso emblemático de violencia en el Magdalena Medio; el asesinato del líder social y ambiental Luis Alberto Arango. El trabajo que realizó por defender y proteger la Ciénaga terminó por convertirlo en la “piedra en el zapato” de muchos; “como líder, pescador artesanal y ambientalista, Lucho cuestionó a los ganaderos, a los palmeros, a quienes introdujeron el búfalo en la región y a las instituciones estatales por su negligencia con respecto al respeto de las leyes que protegen los cuerpos hídricos de la región. Incluso, los mismos pescadores fueron blancos de su causa” Así lo afirma el grupo de investigación de la UPB.
Aunque Lucho “fue asesinado por la agudización del conflicto entre pescadores trasmalleros y aquellos que solo utilizan técnicas tradicionales lícitas; “...” El asesinato surge del entramado que se tejió entre la comunidad y el grupo armado ilegal”. Son otras de la conclusiones del informe. Es por eso, que la víctima no fue únicamente “Lucho”, sus familiares, o sus colegas, sino, un grupo entero que defendía la pesca artesanal como una técnica que respeta el medio ambiente, pero, sobre todo, que está pensada para brindarle un desarrollo sostenible a quienes viven de dicha actividad.
Ante un panorama de trabajo comunitario, de resistencia a modelos de desarrollo de enclave y de liderazgo ambiental como el de Lucho por su tierra, por su ciénaga y por la pesca artesanal. Lucho fue nuestro antecedente y las ideas, conocimientos, inquietudes, miedos y consideraciones de los jóvenes, se encargaron de darle piso al proyecto educomunicativo.
El proyecto de Pescando Historias, hace parte del convenio de UPB – Colciencias Joven Investigador cuyo proyecto macro es Reconstruir lo que se perdió, un proyecto de investigación de la misma universidad.